Durante toda mi estadía en El Salvador he vivido en Santa Tecla, a pesar que no le conozco bien, porque si dijera que lo hago mentiría. Conozco las calles en las que pase mi juventud, conozco esas calles en las que caminaba de mi casa al colegio, conozco esas calles que en Mayo estaban llenas de zompopos y que en verano eran cubiertas por grandes árboles que daban una sombra y una brisa tan única.
Recuerdo el olor, el olor de las flores de esos grandes árboles que parecían mezclarse con las nubes; recuerdo el sonido de los pinos al moverse con la brisa, había tantos árboles, tanta paz… tanta tranquilidad. En cada acera solamente mirabas la sombra de las hojas reflejada en el pasto que era de un verde casi imposible.
Recuerdo la seguridad con la que podías ir y venir, era como una colonia amplia en donde las familias vivían, porque a pesar de existir negocios, era una zona habitacional, los padres trabajando y los niños en el colegio. Recuerdo tantas cosas que ahora parece que no existen más, me encuentro cada vez en un lugar al que odio y al que le reprocho constantemente la perdida de la belleza.
Santa Tecla ya no es frio, ya no es tranquilo, limpio y mucho menos: seguro… Es un municipio que camina hacia un abandono terrible. Sin embargo, casi diariamente me encuentro con personas que hablan sobre lo agradable que es el alcalde y la ciudad.
En los últimos 3 años, Santa Tecla se ha proyectado como un lugar turístico, alrededor de unas 7 cuadras en el centro, han sido denominadas como un “centro histórico” las cuales conectan parte de la herencia cultural arquitectónica. Dicho perímetro tiene amplias aceras recién construidas, cuenta con iluminación y cada dos veces por mes se presta para un festival de comida y música en las noches.
Muchos de mis amigos han ido y me cuentan sobre lo bonito que es y sobre lo bueno que el alcalde es, de cómo deberían de existir más alcaldes como él y lo único que esto puede causar en mi es una tristeza y decepción sobre la superficialidad de argumentos, sobre lo bien evaluado que esta por esas 7 cuadras y me cuesta entender como no pueden notar que lo demás ha sido perdido. La única respuesta que encuentro es que ellos no viven en Santa Tecla, sino contrariamente, son visitantes.
Todos los días viajo desde Santa Tecla hasta San Salvador, podría decir que viajo de centro a centro y durante todo el viaje paso por las calles principales de Santa Tecla en las cuales se deja de ver claramente un caos y una pérdida de todo lo que se ve en mínima cantidad en la cuadra de mi casa: Borrachos y locos, basura y ningún basurero, vendedores ambulantes en todas las esquinas, paradas y calles. A medida que avanza el día, los establecimientos abren y consigo trayendo más caos a la ciudad que un día fue lo contrario de lo que hoy es.
Los problemas de Santa Tecla no se acaban con la basura, las ventas ambulantes y todas las calles pintadas con pseudo graffitis, sino continúan con la apertura exagerada de negocios de venta de licor entre las colonias, como en Santa Mónica, los cuales son un peligro para las familias que habitan en la zona, siendo esta, no solo una zona residencial, sino también, una zona estudiantil.
Dichos establecimientos a pesar de su legalidad fraudulenta, son ilegales, puesto que violan códigos municipales que establecen que no pueden existir en zonas residenciales, estudiantiles y de recreación. Código municipal olvidado por el Alcalde y todo su “grupo” de empleados municipales.
Seguido, están los ‘graffitis’. Es tan fuerte el nivel de “firmas” con spray que diariamente veo uno nuevo. No importa cuántas veces pintes porque siempre en la noche te manchan tu casa.
Si bien, no estoy en contra del arte callejero, esto no es un arte, es simplemente la molestia de manchar y marcar territorio, lo cual en nuestro país es peligroso por la relación existente de esto con las pandillas. Convierten una residencial en una vecindad de marosos.
Seria inmaduro pedirle a todos los ciudadanos nunca dejar de pintar, uno se aburre, a mi familia le ha pasado y lentamente terminas cediendo a ello. No es necesario tener tanta imaginación para estimar lo terrible que esta plaga es para los negocios… digo plaga porque realmente lo es, una plaga a la que tampoco se le escapa el centro histórico que todos aman.
Todos ven lo que quieren ver. Yo hago un llamado a no solo arreglar el Paseo el Carmen, sino, TODO el municipio.
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